Que sepamos imitarte en tu misericordia, Señor.
“Señor, si mi hermano me ofende,
¿cuántas veces tengo que
perdonarlo?”(Mt 18,21)
La parábola es un retrato de lo que nos ocurre:
Dios actúa con nosotros
movido por su compasión
y no nos reclama ninguna deuda.
Mientras que nosotros
somos exigentes
e intolerantes con nuestros hermanos.
Como en el Padrenuestro,
Jesús exhorta a perdonar
de todo corazón a los hermanos,
siendo imitadores de
la generosidad del Padre.
No caigamos en la tentación de Pedro
de querer poner
un límite
—más o menos generoso—
al perdón que podamos ofrecer.
“Día tras día, tocados por su compasión,
también nosotros llegaremos
a ser
compasivos con todos” (MV 14).
Entre los seres humanos
siempre hay un abismo abierto
que
solo el amor puede superar.
Las distancias más largas
se acortan cuando damos
un paso.
El perdón es la respuesta.
“Lo mismo hará con
vosotros
mi Padre del cielo
si cada cual no perdona
de corazón a su hermano”
(Mt 18,35)
Jesús educa a sus amigos mientras van de camino.
Pone delante de ellos la ternura entrañable del Padre.
Vivir es aprender a perdonar.
El mundo, tan herido, está esperando reconciliación.
Abre tu vida a la misericordia entrañable de Dios.
Rumia en tu interior a estas tres palabras:
perdonar, de
corazón, al hermano.
Te alabamos, Señor.
En tu palabra nos revelas tu designio salvador.
Ven, Espíritu, y renuévanos por dentro.
Que nunca triunfe en nosotros el desamor,
la indiferencia,
la condena.
- Gracias, Padre,
por la generosidad con que somos
perdonados.
Que sepamos imitarte en tu misericordia.
Comentarios
Publicar un comentario