Que María nos enseñe a creer
“Quien guarda mi palabra no sabrá
lo que es morir para
siempre”
(Jn 8,51)
“El perdón
es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el
futuro con esperanza” (MV 10).
El corazón humano tiene un abismo
profundo tan grande que solo puede ser colmado por Dios.
Cada vez que
perdonamos rompemos las cadenas de muerte y nos nacen alas para volar.
Señor,
sé que tengo que pasar por esa experiencia del morir humano.
Pero también sé
que mi muerte posibilita la “vida para siempre”.
Señor, tengo miedo a ese momento
final de mi vida humana.
También tú pasaste por esa experiencia.
Dame la gracia
de creer en tu palabra que me da vida eterna.
Los que dialogan
con Jesús quieren compararlo con Abraham, pero dejando claro que el patriarca
es mayor.
No alcanzan a dar el salto a
que Jesús invita: no hay más que un Padre, aquel Dios que se reveló a Abraham.
Y Jesús es quien da a conocer toda la riqueza
de amor y bendiciones que Dios quiere ofrecer no apenas a un pueblo, sino a
todos: la Vida que supera a la muerte.
Es
triste que Jesús tenga que esconderse y salir del templo, considerado lugar de
la presencia de Dios.
- Señor Jesús, ante ti y tus palabras nos disponemos a
creer.
¡Aumenta nuestra fe!
María guardó en el corazón la palabra de Jesús.
Se dejó conducir por el Espíritu, en un itinerario de fe, hacia un destino de
servicio y fecundidad.
Por eso, vive para siempre, es Madre de todos.
¿Qué guardas
en el corazón?
¿Qué verdades cultivas en la oración interior?
¿Cuál es el
tesoro de tu vida?
¿Cómo vives tu intimidad con el Misterio en la vida de cada
día?
María, enséñanos a ser
contemplativos de la Palabra de Jesús en la vida de cada día.
Señora de la Vida
ayúdanos a nacer a la vida para siempre, a la comunión con Dios y con los
hermanos.
Que María nos enseñe a creer en las promesas de Cristo nuestro Señor.
Amén.
Comentarios
Publicar un comentario