El corazón del Evangelio
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”
(Mc
12,30)
La pregunta del
escriba nos cuestiona sobre los ídolos
de nuestro tiempo y sobre las bases de nuestra confianza.
Únicamente si Dios es
el «único» seremos capaces de amarlo y de dejarnos amar totalmente por él.
Y
sólo seremos capaces de un amor auténtico por los demás si los consideramos
como verdaderos hermanos y nos libertamos del propio egoísmo (un ídolo difícil
de vencer).
- Danos, Señor, la sana inquietud de aquel escriba para hacerte preguntas.
- Danos, Señor, la sana inquietud de aquel escriba para hacerte preguntas.
Y
la prontitud para poner en práctica tus respuestas.
Si uno quiere
saber si ha recibido el Espíritu, que pregunte a su corazón si en él se llama
el amor a Dios y a los hermanos.
Dios es amor, te
da su amor.
No busques qué
dar al Señor, dale tu amor.
Ámale amando a
los demás.
Jesús va delante,
abriéndote el camino.
Nuestra oración, hoy, es amar, amar sencilla y
gratuitamente.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
(Mc 12,31).
“Entrar todavía
más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la
misericordia divina”
(MV 15).
Vivir con
sencillez y pensar con grandeza.
Acercarnos con respeto y admiración a cada ser
humano.
Cada persona es una epifanía de Dios.
El amor al prójimo es el canto
más elevado e intenso que puede brotar en nuestro corazón.
Pidámoslo al
Espíritu.
La humanidad lo espera.
Señor: que ame tanto que no necesite leyes.
Señor: que mi amor sea tan auténtico que haga inútiles todas las leyes.
Señor: que no gobierne con leyes sino sembrando amor en los corazones.
Señor: que mi amor sea tan auténtico que haga inútiles todas las leyes.
Señor: que no gobierne con leyes sino sembrando amor en los corazones.
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