El testimonio que convence es el que parte de la experiencia, el que se transmite con todo el ser, con toda la fuerza y, sobre todo, con la verdad. Ser testigos necesita el refrendo de una vida acorde al testimonio. Los testigos de la Verdad viven en la Verdad. No tengamos miedo, vivamos con fuerza el Evangelio, el testimonio atraerá a otros, seremos más, Él no nos deja.
Señor Jesús,
tú que prometiste darnos palabras y sabiduría en medio de las pruebas,
fortalece mi corazón y mi espíritu.
Concédeme confianza en tu presencia cuando enfrente dificultades,
valor para mantenerme fiel
y luz para responder con verdad y amor.
Que tu Espíritu hable en mí
y que, sostenido por tu gracia,
pueda perseverar hasta el fin.
La persecución es un distintivo del cristianismo. Lo más duro es cuando la aversión no procede de desconocidos, sino que es la propia familia quien desprecia. Los más cercanos los que alimentan el odio por causa de la fe. Confiar en las palabras y sabiduría de Dios.
La persecución ha sido una constante en los seguidores de Jesús de todo tiempo, que se ha agravado en las últimas décadas. Él lo había indicado: "Todos os odiarán a causa de mi nombre". Quizá esta sea la causa por la que el cristianismo vive su mayor crecimiento y desarrollo"Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas". (Lc 21,12-19) Perseverar es ser tercamente esperanzados. Es no dejar espacio al desaliento y al pesimismo. Es agarrarnos con fuerza a la luz de la fe que lo ilumina todo con nueva luz. Es cierto que hay derrotas, caídas, fracasos, pero la confianza en la presencia de Dios que acompaña nuestras vidas nos sostiene y nos conforta. Estamos invitados a vivir en casa, no somos siervos ni esclavos. Somos hijos muy amados y muy cuidados.
Señor Jesús,
que nos anunciaste que por tu nombre enfrentaríamos rechazo y dificultad,
hazme fuerte en la fe y firme en la esperanza.
Cuando lleguen los momentos de prueba,
no permitas que el miedo gobierne mi corazón.
Sostén mi vida con tu promesa:
que ni un solo cabello de mi cabeza perecerá sin tu cuidado.
Dame paciencia para perseverar,
valor para ser testigo de tu amor
y confianza plena en que caminas conmigo.
«Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas» No se trata de vivir a ratos, sino vivir el encuentro con Dios y la entrega generosa de lo que somos por aquel que nos da su amor y nos invita a que nuestra vida sea reflejo de ese amor en los demás en cada momento de la vida.
El Evangelio nos llama a no rendirnos, a mantenernos firmes en el amor y la esperanza incluso en las circunstancias más difíciles. En la vida comunitaria, donde a menudo enfrentamos desánimos y fracasos, recordar esta promesa nos llena de ánimo para seguir adelante sabiendo que nuestra recompensa no está en el reconocimiento humano, sino en la comunión eterna con Dios
Pidamos al Señor la sabiduría y la fuerza necesarias para enfrentar las persecuciones y desafíos que puedan venir. Que nuestra fidelidad sea inquebrantable, que no flaquee nuestra confianza en su promesa de estar con nosotros todos los días.




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