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Proclamar

 


"Se alegra mi espíritu en Dios."
 
(Lc1,46-56).

  Buscamos las buenas noticias por fuera. En la pantalla del móvil. En la invitación para un gran plan. Pero la alegría del Espíritu es la alegría más real y contagiosa, que invita a muchos a unirse a ella. Se percibe cuanto más solos nos sentimos, cuanto más silencio nos rodea. El ruido, el bullicio, los excesos, sirven para distraernos, para autoconvencernos de lo felices que somos. Pero cuando se apagan las luces, cuando se detiene la música aparece de nuevo el vacío.

La joven nazarena, tras conocer el plan de Dios, se apresura para ir a servir a su prima Isabel, gestante en su ancianidad. Cuando su prima la llama bienaventurada por fiarse de Dios, María canta la grandeza del Señor y reconoce que el Poderoso ha realizado obras grandes en ella.

En la cultura del “yo valgo más que tú, yo soy mucho mejor que tú” ... la revolución de sabernos humildes y reconocer nuestros límites. Y agradecer al Señor todo lo que te ofrece.

El cántico de María es un himno que revela la espiritualidad de los anawin bíblicos, los que se reconocen pobres y sencillos. Hagamos del Magníficat una plegaria cotidiana.

El Magnificat de María es un canto que resuena en la historia de la Humanidad. La grandeza del Señor envuelve y abraza. La alegría de Dios se contagia. La humildad nos agranda. Su misericordia nos ablanda. Dispersa a los soberbios, derriba a los que mandan.


«Proclama mi alma la grandeza del Señor»
El alma es la vida y todo nuestro ser alaba a nuestro Rey que viene desde la humildad y la grandeza que da el recuperar a los hombres y mujeres a una vida de plenitud, tras mirarnos a los ojos y conocernos a cada uno por nuestro nombre.


De la pequeñez, Grandeza. De la confianza, Misterio. De la entrega, Alegría. María no canta de forma intimista y solitaria. María canta en nombre de toda la Humanidad. María nos invita a todos nosotros a cantar desde lo personal pero no de forma solitaria a Dios.

Bendecir y proclamar la bondad de Dios, es fuente de sanación para quien lo realiza. Es girar tu mirada y tu mente, a algo bello: lo que Dios es y obra por sus hijos ...

El 'hágase en mi' se traduce en un quedarse al lado del que sufre. A veces nadie se queda, pasamos intentando ayudar, nos interesamos un ratito, miramos bien pero no sacamos las manos de los bolsillos, nos preocupamos mucho pero no nos acercamos. Quedarse significa compartir vida y proyecto, pararse un momento porque el otro me necesita y soy con él.

NOS QUIERES, LO SÉ

Te quedaste a nuestro lado,
no te fuiste.
Sigues aquí te puedo sentir,
no te alejaste.
Nos coges de la mano,
no nos sueltas.
Sabemos que Tú estás cerca,
no nos abandonas.
Sentimos tu aliento a cada rato,
no nos olvidaste.
Apreciamos sin miedo al horizonte,
no nos dejaste perder.
Buscamos contigo una salida,
no nos pusiste limitaciones.
Construimos tu reino,
no nos consideraste incapaces.
No te fuiste, te quedaste.
No te alejaste, estás.
No nos sueltas, acompañas.
No nos abandonas, eres fiel.
No nos dejaste perder, nos valoras.
No nos pusiste limitaciones,
nos diste la libertad.
No nos consideraste incapaces, confiaste.
Nos quieres, lo sé.


(David Oliver, carmelita) 

 

 


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