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Escuchar

 


«El que escucha estas palabras mías 
y las pone en práctica 
se parece a aquel hombre prudente 
que edificó su casa sobre roca» 
(Mt 7, 21.24-27)

El Adviento es un tiempo de preparación, de volver el rostro al que viene hacia nosotros. Se trata de la venida de Dios a nuestro mundo en la carne y sangre de Jesucristo, el Santo de Dios.

No todo el que dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos. La oración no es mover los labios y hablar mucho sino vivir y hacer realidad aquello que va hablando al corazón y cambiar nuestra actitud con el hermano. Escuchemos y pongamos en práctica lo que nos dice.

En la vida cristiana, para facilitar el encuentro con Jesús, que viene a salvarnos, las palabras tienen poco valor. Lo que verdaderamente importa son los hechos: acoger la palabra de Dios y ponerla en práctica. Cuando se convierte en vida se hace firme y creíble, y lleva al Reino

Escuchar la Palabra y ponerla en práctica nos convierte en constructores de nuestra propia vida, de la comunidad y de un futuro para los pobres y los últimos. Construir sobre roca es edificar sobre la palabra de Jesús que es eterna y estable. Vivir así implica un continuo ejercicio de discernimiento para descubrir la voluntad de Dios y llevarla a la práctica.

¡Una escucha activa, una escucha cargada de predisposición a la respuesta y al compromiso. 

Escuchar es pensar no en uno mismo sino en el que habla, propone, sugiere u orienta. 

La escucha forma parte del compartir, de hacer crecer una relación. 

Escuchar la Palabra para que sea, con y desde ella, como vivir una vida nueva, una vida llena de sentido y profundidad.

 
 
ESCUCHAR Y BAILAR

A tu lado Señor, se oyen otras músicas.
Tus melodías me seducen,
me hacen mover los pies,
aplaudir fuerte,
saltar las lágrimas,
mover el corazón a toda prisa,
abrir los brazos,
coger de la mano,
seguir soñando.
Escucho la letra de tus canciones
que me proponen salir afuera,
buscar al hermano,
amar con locura,
tocar heridas,
mirar rostros,
perdonar historias,
volver a casa,
acoger perdidos,
acompañar soledades,
consolar llantos.
Quiero escuchar tu música,
repetir la letra de tu Evangelio,
vivir contigo,
bailar con el hermano tu propuesta.


(David Oliver, carmelita)

Queremos ser cristianos verdaderamente comprometidos con nuestra fe. Que nuestra fe guíe nuestras obras. Queremos ser lo que decimos ser.


"No se hundió, porque estaba cimentada sobre roca".
Las tormentas siempre azotan nuestras vidas. En forma de mala noticia, de imprevisto, de que se cancela algo programado. Una discusión, una pérdida. Pero es inevitable que el día a día desconcierte. Lo que sí que podemos hacer es construir nuestra vida con unos cimientos sólidos. La convicción de ser acompañados en todos los momentos de nuestra vida. Porque en el olvido de los demás, más presente es la presencia de Jesús nuestra roca.

La roca da estabilidad, aunque nunca certeza absoluta. La fe se va construyendo entre dudas y miedos. Se va edificando en el día a día, tejida en los acontecimientos y fraguada en las relaciones. Dios va escribiendo cada día de nuestra vida y dándonos certezas.

¿Cómo cumpliré hoy, Padre mío, tu voluntad?
Me pondré en tus manos.
Acogeré las sorpresas que me regale el día.
Intentaré hacer realidad lo que has soñado para mí.
Te diré confiadamente: Amén, hágase en mi.

 



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