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Mirar a lo alto

 


«¡Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos 
dará cosas buenas a los que le piden!»  
(Mt 7, 7-11)

Hoy celebramos las témporas de acción de gracias y de petición que la comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas, al reemprender la actividad habitual. Son una ocasión que presenta la Iglesia para rogar a Dios por las necesidades de los hombres, principalmente por los frutos de la tierra y por los trabajos de los hombres, dando gracias a Dios públicamente.

"Pedir, buscar, y llamar" Esta fiesta es una buena oportunidad para dar gracias a nuestro Dios por todos los regalos que nos hace continuamente.

Hoy la Iglesia nos invita a mirar a lo alto, agradeciendo todo lo recibido, implorando el perdón y la ayuda para vivir el presente y confiando el futuro al buen Dios, Padre providente.

 

En muchas ocasiones nos da la sensación que Dios no oye nuestras plegarias, pero en realidad Él sabe lo que necesitamos incluso antes que se lo pidamos.

Tenemos que aprender que los tiempos de Dios no son nuestros tiempos. Pero Él nunca deja de dar cosas buenas a sus hijos.

Cuanto amor y ternura somos capaces de regalar. Nuestras miserias no son capaces de ocultar la belleza y sensibilidad de cada ser humano. Somos pálidos reflejos de un amor original que nos pensó, nos creó y nos sostiene. Cuanto más humano somos, más reflejamos la divinidad en nuestras vidas.

 

Pedir, buscar y encontrar son acciones que nos sitúan ante nuestra impotencia y nos abren a otros, por eso se convierten en apertura a Dios.

Pedir desde la necesidad, mirando nuestra indigencia de criaturas, la vulnerabilidad que llevamos impresa en nuestro ser. Buscar con tesón, ilusión y deseo. Llamar no sólo con palabras o gestos, sino con la coherencia de vida, con el testimonio agradecido.

 
PEDID Y SE OS DARÁ. 
BUSCAD Y ENCONTRARÉIS. 
LLAMAD Y SE OS ABRIRÁ.

Me pregunto: ¿pido a Dios con humildad y confianza? 
¿doy gracias a Dios por su amor y sus dones?
Señor, es justo y necesario pedir tus dones y darte gracias, siempre y en todo lugar.
 
 “Señor, no te canses de pedirme, aunque tantas veces te haya dicho no. No te canses de buscarme, aunque tantas veces yo haya buscado otras cosas. No te canses de llamarme, aunque tantas veces me haya hecho el sordo. No te canses, Señor, porque cualquier día te daré todo lo que me pides, cualquier día te encontraré para no dejarte jamás. Cualquier día mi corazón te dirá sí sin condiciones. Pero quiero decirte que solo será posible si cada día derramas sobre mí tu Espíritu. Pídeme, búscame, llámame, Señor. No te canses de mí”.
Fermín Negre

 

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