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Ayudarnos a llegar

 

 


 

“Bendita Tú eres 
entre todas las mujeres” 
 (Lc 1,39-56)
 
 
Hoy, en medio de las dificultades y contrariedades de la vida, miramos al cielo para reavivar nuestra esperanza.
Hoy celebramos la Pascua de la Virgen María.
Hoy, unidos a toda la Iglesia, 
miramos al cielo y reavivamos nuestra esperanza.
Y ella, desde el cielo, vela e intercede por nosotros.
Allí está la madre, que vela e intercede por nosotros.
 
María supo guardar la Palabra de Dios 
con fidelidad en su corazón, 
y hacerla fructificar desde su profundo silencio de acogida.
 
Ser Su madre debió desbordarla de amor, de plenitud.
 Ser Su discípula además, supuso vivir por Él, con Él, en Él.
María de Nazaret, madre del Salvador, madre de la Iglesia... bienaventurada tú que creíste y fuiste fiel hasta el final.
Tu "hágase" nos trajo la vida eterna.
 
María se levanta.
Sale de su comodidad, de su bienestar, de su zona de confort.
Se pone en camino.
Se lanza a la aventura de ir a visitar a su prima Isabel.
Hace el camino del servicio, de la entrega, 
de la búsqueda de la voluntad de Dios.
 

Mirando a la Madre de Dios en la gloria, 
comprendemos que el verdadero poder 
es el servicio y que reinar significa amar.
Y que este es el camino al Cielo.
 
Aprender a mirar lo que Dios mira… 
del modo en que Él lo mira: 
ensalzando la humildad de tantos.
 
Como buenos hijos, hagamos sonreír a nuestra Madre, que en su Asunción nos prepara sitio en el Cielo, y nos toma de la mano, para ayudarnos a llegar.
 
¡Donde esta Mamá, llegarán los hijos!
En silencio, nos cuida, intercede, camina a nuestro lado, para ayudarnos a llegar a la Patria Eterna.
 
“Me felicitarán todas las generaciones”
¡Qué osadía, una mujer desconocida se erige la Miss Historia!
Y, sin embargo... ¡Qué gran verdad!
Al santo no se le dice: ¡Qué grande eres!, sino
¡Qué grande ha estado Dios contigo!
Por eso, la ensalzamos y la felicitamos!
 
Sigamos invocando la intercesión de la Virgen 
para que Dios conceda la paz al mundo, 
y recemos en particular por el pueblo ucraniano.

 

María, Virgen del «Magnificat»,

ayúdanos a llevar la alegría al mundo. 

María, puerta del cielo, 

ayúdanos a elevar la mirada a lo alto.

Queremos ver a Jesús. 


 

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