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La señal

 


"La señal por la que conocerán 
que sois discípulos míos, 
será que os amáis unos a otros". 
 (Jn 13, 31-35)

Todo se resume y se concentra en hacer del amor lo esencial. Detrás de todas las palabras regaladas, detrás de todos los planes y proyectos, de ilusiones y fracasos, lo único que "permanece" y " no pasa jamás" es el amor. Por eso Jesús es lo que nos deja como herencia: amaos unos o otros porque es lo único que hace creíble a Dios.

La señal es el amor. Se nos debe reconocer por nuestro amor. El mandamiento nuevo tiene dos partes, amar a los demás y hacerlo cómo Él nos ama. No hay compromiso, acción, anuncio, presencia, misión... sin amor. Estamos llamados a amar.

La señal es el amor. Y la clave está en el cómo, sin facturas, sin esperar que sean como nosotros queremos, ágape puro. Ese es el amor que sana, que acoge y que educa. Amar, cuatro letras y sin embargo mucha profundidad. ¿Por qué nos cuesta tanto amar sin pedir nada a cambio? ¿Seremos capaces de un amor tan grande?

Jesús nos da un mandamiento nuevo y aparentemente sencillo. Con la referencia del amor incondicional de Cristo… ser capaces de amar a los demás. ¿Vamos a por ello?

La medida del amor entre nosotros es su Amor desmedido. Un amor que no se queda en palabras bonitas, promesas incumplidas ni deseos inalcanzables. Un amor que se hace gesto, compromiso, cuidado, don. Un amor con nombres propios.

La transformación comienza, cuando nos damos cuenta para qué existimos: ser amados por Jesucristo y transmitir este inmenso amor, a su estilo.

 


Jesús, al contemplar en tu vida
el modo que Tú tienes de tratar a los demás
me dejo interpelar por tu ternura,
tu forma de amar nos mueve a amar;
tu trato es como el agua cristalina
que limpia y acompaña el caminar.

Jesús, enséñame tu modo
de hacer sentir al otro más humano,
que tus pasos sean mis pasos;
mi modo de proceder.

Jesús, hazme sentir con tus sentimientos,
mirar con tu mirada, comprometer mi acción,
donarme hasta la muerte por el reino,
defender la vida hasta la cruz,
amar a cada uno como amigo,
y en la oscuridad llevar tu luz.

Jesús, yo quiero ser compasivo con quien sufre,
buscando la justicia, compartiendo nuestra fe,
que encuentre una auténtica armonía
entre lo que creo y quiero ser,
mis ojos sean fuente de alegría,
que abrace tu manera de ser.

Quisiera conocerte, Jesús, tal como eres.
Tu imagen sobre mí es lo que transformará
mi corazón en uno como el tuyo
que sale de sí mismo para dar;
capaz de amar al Padre y los hermanos,
que va sirviendo al reino en libertad.

Cristobal Fones sj

 


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