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"Si no escuchan...".

 
«Si no escuchan a Moisés y a los profetas, 
no se convencerán 
ni aunque resucite un muerto»  
(Lc 16, 19-31)

El hombre rico no tiene nombre. El pobre se llama Lázaro. El mendigo es invisible para el rico. Pobre y rico mueren. El rico va al infierno, y en el abismo inmenso que lo separa del pobre, ve de lejos. En la cercanía no lo vio nunca. Sus riquezas, lo cegaban

La pregunta clave es dónde ponemos la confianza: en lo que nos da falsa seguridad, como el rico, o en el Señor, cómo el árbol plantado cerca del agua.

"Si no escuchan...". Cuántas veces he escuchado de que no puede haber infierno porque la misericordia de Dios es infinita. Pero aquí nos encontramos un juicio por no haber sabido escuchar y haber hecho del dinero y la comodidad su propio dios. No te excuses en su Bondad y exígete

Donde no llegamos nosotros, llega Dios. Nos espera y nos busca de mil maneras. La pobreza y el vacío del hombre apegado al consumo, al placer, al individualismo egoísta, Dios lo llena con la plenitud del amor que libera. Estamos destinados a ese encuentro.

Mientras esperamos que sucedan milagros para creer, Jesucristo sigue presente, llamándonos a la conversión, en cada persona y en cada acontecimiento.

El Espíritu mueve a reconocer a Jesús en los desdichados que están a la puerta. Cuando nos dejamos guiar con sencillez por él, nos da un corazón nuevo, solidario, sinodal. ¿Cuándo superamos el escándalo de tener ojos que no ven? En la Iglesia y en la sociedad estamos en el mismo camino unos al lado de los otros, sin dejar a nadie al margen.

Espíritu Santo, queremos trabajar en equipo contigo para poner amor donde no lo hay.  

Cada día puedo cavar infiernos o pintar arcoíris. Con mi oración, puedo encerrarme en mí o abrirme a Dios y, con Dios, amar y servir a los más pequeños y pobres.

Todos los bienes y talentos que recibimos de Dios son para servir a los demás. Pobres con nombre y rostro. Gente que sufre. Busca su dolor, hazte cercano a ellos. Apacigua su pena. Esa es la verdadera caridad. Muchas veces no podremos ayudar materialmente, pero podemos dedicar nuestro tiempo, dar una sonrisa, unas palabras amorosas.


Miradas

Hay miradas gratuitas
que nutren,
y hay miradas hambrientas
que devoran.

Hay miradas soleadas
que desentumecen,
y hay miradas invernales
que tullen.

Hay miradas hondas
como pozos,
y hay miradas ligeras
como chubascos.

Una mirada amiga
puede saltar un abismo,
una mirada odiosa
puede levantar un muro.

En el espejo de unos ojos
pueden hallarse los perdidos,
en el espejismo de unos ojos
pueden perderse los seguros


(Benjamín G. Buelta, sj)

 

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