Ponte en camino

 


"Preparad el camino del Señor, 
allanad sus senderos.
Todos verán la salvación de Dios”
(Lc  3,1-6)

A quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza (Prefacio II del Adviento).

la Palabra de Dios de este domingo  viene a cada uno de nosotros, para llenarnos del ánimo que necesitamos para creer en un mundo nuevo, un mundo donde habite la justicia, la tolerancia, la paz tan anhelada por todos. 

 Gozosos por la cercanía de Cristo, despojémonos de nuestros vestidos de luto y aflicción y de cuanto nos esclaviza y aleja de Él, y pidamos a nuestro Padre, que ha estado grande con nosotros, que nos ayude a preparar la llegada del Mesías salvador a nuestras vidas.

La figura de JUAN EL BAUTISTA salta a escena como una señal de la llegada de la salvación de Dios. Llamado por Dios en el desierto, recorrió toda la comarca predicando un bautismo de conversión.  Nos recuerda que tenemos que recibir y acoger al Señor, es una invitación a “salir al encuentro de Jesús”. Predica un bautismo de conversión, como hacían los profetas. Prepara el camino del Señor, allana los senderos del orgullo, rellena los vacíos de la existencia, rebaja los montes de la avaricia, endereza la indiferencia Y ello nos exige preparación, conversión interior y cambio de vida. No dudemos en acogerle, pues nos trae la gracia y la paz. 

 Hoy también se buscan profetas que como Juan Bautista sean voz de Dios en los desiertos de cada día, acaricien soledades, allanen orgullos y soberbias.

 

Señor Dios, grande en el amor, que llamas a los humildes al esplendor de tu reino, escucha nuestra oración y endereza nuestro camino hacia ti; abaja los montes elevados de nuestra soberbia, para que, allanando tus senderos y elevando los valles de la esperanza y la caridad, celebremos con fe ardiente la venida de Jesucristo, tu Hijo.

 


 

Dios Padre Bueno y Misericordioso, te damos Gracias porque Tú nos enseñas a ser generosos de corazón con todos, y a compartir lo que tenemos y lo que somos.
Dios Padre Bueno, ten Misericordia de nosotros y no nos dejes caer en la tentación del egoísmo, ni del falso prestigio que humilla a los demás  y que desea estar por encima de todos.
Ayúdanos Tú, Dios nuestro, a seguirte siempre y a ser fieles discípulos tuyos, por amor a Ti, para estar dispuesto a darlo todo por Ti, y para que todos te conozcan, te amen y alaben.
Ayúdanos a ser siempre agradecidos contigo, y a saber reconocer todo lo bueno que Tú nos das, para no dejarnos atar nunca por nada ni por nadie
que intenten alejarnos de Ti y de tu infinito Amor.
Dios Bueno, ten Misericordia de nosotros, y acoge nuestra ofrenda a Ti, al entregarte nuestro tiempo, nuestra Oración y nuestro cariño a cada hermano.
Ayúdanos, Padre, a saber compartir con los demás todos nuestros bienes materiales, lo que somos, y todo el amor y cualidades que recibimos de Ti.
Te damos Gracias, Dios Padre Bueno Misericordioso, porque Tú no llamas hoy, de nuevo, a seguirte a Ti y a ser solidarios, trabajando por un mundo más justo.
Haznos contemplar a las personas sencillas y humildes para aprender de ellas a ser mejores personas y a ser cada día buenos y fieles discípulos tuyos. 
Dios Padre nuestro, ten Misericordia de nosotros y ábrenos Tú nuestro corazón, para lograr verte en cada hermano nuestro débil, frágil o necesitado, para que así nuestro corazón se llene de Ti y de la gratuidad del Amor verdadero que Tú nos das.
Te damos Gracias, Dios Bueno y Misericordioso, porque nos invitas a mirar como Tú lo haces, para no juzgar a los demás ni mirar las apariencias, sino para ver siempre el corazón de cada persona. 
Amén.

 

 

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