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Eres...

 


“¿Eres tú el que ha de venir, 
o tenemos que esperar a otro?”  
(Lc 7,19-23)

 

Nadie jamás podía imaginarse un Dios como el nuestro, tan desconcertante. Un Dios que junto a su omnipotencia coloca su infinita misericordia y su amor de Padre.

Este Dios despista incluso a Juan el Bautista y sin embargo, así es Dios.

Jesús provoca escándalo.

Y bienaventurados los no escandalizados.

El escándalo de Jesús es precisamente el haberse declarado hijo de Dios y, al mismo tiempo, haberse sentado a la mesa con los pecadores.

No se deja atrapar en una mentalidad normativa, rígida, controladora. 

No dice, hace.

Cura, libera, da una mirada limpia, sana, llena de bondad.

¿Es Jesús así para ti o te has hecho uno a tu medida?

Por eso, Jesús llamará dichoso al que no se escandalice de Él, al que sepa descubrir la novedad que trae el Evangelio, y sepa leer la Palabra a fondo; a ése, Jesús lo llamará bienaventurado, dichoso por creer que en Él se cumple todas las promesas, que en Él "la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan".

Su propuesta es el amor, el servicio, la entrega... no pide nada a cambio.

Le caracteriza el perdón, la misericordia, el abrazo...

Se acerca a los que nadie quiere...

Te esperamos, ven pronto.

 

 


Señor Jesús:

Eres la esperanza que no defrauda, el que asombra y nunca decepciona, asidero seguro para débiles e indefensos.

Eres consuelo para angustiados y deprimidos, hermano y amigo.

Eres justicia para los condenados, pan para los hambrientos, gozo para los tristes.

Eres luz para los ciegos, salud para el enfermo, vida para el que muere.

Eres camino y fuerza para caminar, luz entre nieblas y sombras.

Eres el que enjuga las lágrimas, el que une a su alrededor a los más diversos y distintos.

Eres el pobre que a todos enriquece...

Señor Jesús.


 

 

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