"¡Mi vocación es el amor!"


 

Jesús exclamó: “Te doy gracias, Padre, 
Señor de cielo y tierra, 
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos 
y se la has revelado a la gente sencilla” 
(Mt 11,25-26).

Los discípulos discuten sobre quién es el más importante. No han comprendido nada de la lección de Jesús, que va entregando la vida por los caminos.

 

La vida nos va enseñando que dependemos de cosas que no controlamos, que no dependen de nuestra voluntad o nuestras fuerzas.

El camino de la infancia espiritual es el de la confianza y la entrega absoluta en Aquel que nos acoge incondicionalmente.

"Sólo el amor. Sólo amar".

 

Que todo lo que hagamos nazca y nos conduzca al amor. En la festividad de Santa Teresa del Niño Jesús, recordamos sus palabras: «Dios no mira la grandeza de nuestras obras, ni siquiera su dificultad, sino el amor con que se hacen»

 

Pide al Espíritu que te haga caer en la cuenta de que la acogida y el servicio son los rasgos esenciales del seguidor de Jesús.

 

Dame, Señor, un corazón de niño, capaz de abandonarme en las Manos del Padre, como Tú. Que busque más servir, que ser servido.

Vivir de amor es permanecer en calma en medio de la mar

 

Oración de santa Teresita para ofrecer tu día a Dios

 "Te ofrezco todas mis acciones de hoy, según las intenciones del Sagrado Corazón de Jesús, y sólo para su gloria..."

Santa Teresita decía:

“¡Qué grande es el poder de la oración!.

Se diría que es una reina que en todo momento tiene acceso directo al rey y puede conseguir todo lo que le pide”.

Por eso si quieres tener un buen día no te olvides antes que nada, antes de empezar tus tareas cotidianas, de “conectarte” no con el móvil  sino con el Rey para ofrecerle tu jornada y pedir por lo que necesites.

 

¡Dios mío!

Te ofrezco todas mis acciones de hoy, según las intenciones del Sagrado Corazón de Jesús, y sólo para su gloria.

Quiero santificar los latidos de mi corazón, mis pensamientos y mis obras, por más insignificantes que sean, uniéndolos a sus méritos infinitos, y para reparar mis faltas, arrojándolas en la inmensa hoguera de su Amor Misericordioso.

¡Oh Dios mío! te pido para mí y para mis seres queridos, la gracia de cumplir, con toda perfección, tu santa voluntad y aceptar, por tu amor, las alegrías y las penas de esta vida pasajera, para que un día estemos reunidos en el Cielo por toda la eternidad.

¡Amén!

Cada día «hacer de lo ordinario algo extraordinario»,

"Comprendí que el amor abarca todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abraza todos los tiempos y los lugares, en una palabra que es eterno. Entonces, en el exceso de mi alegría delirante, exclamé: Jesús, amor mío, por fin encontré mi vocación, ¡mi vocación es el amor!" 


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

Gracias, Señor.

Colaborar con el Señor