¡Qué bien estamos aquí!





«Este es mi Hijo amado , escuchadlo» (Lc 9, 28 – 36)


Dios nos sigue llamando hoy.
A veces con un susurro, otras con un grito.
Nos llama en la Naturaleza que reclama mantener su belleza y esplendor. 
Nos llama en el clamor de los pobres golpeando nuestros pétreos corazones. 
Nos llama en el silencio y en su Palabra.
El motor de nuestra vida es la esperanza.
No todo es oscuridad y temor.
Pero para vislumbrar esa luz que cambia, debemos estar atentos, despiertos, pendientes.
Abre tu corazón y déjate transformar por ella. 



Resulta esperanzador contemplar la transfiguración del Señor; confiar en que todo este mundo caduco y oscuro, está llamado a la luz y a la eternidad.
Jesús es la lámpara, siempre encendida, que sostiene nuestra fe e ilumina nuestro camino.

"Aunque Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él." 
Hay que estar atentos porque Jesús está ahí y muchas veces no nos damos cuenta. 

Despertemos y abramos los ojos.

La oración lleva siempre al misterio pascual de Cristo que nos muestra el amor de un Dios que es rico en misericordia.
Qué bien se está aquí. 
Que nuestra oración nos haga ver y gustar qué bueno es el Señor

Transfigurado.
Cuando estoy iluminado desde dentro.
Transfigurado.
Cuando la serenidad acalla mi sufrimiento.
Transfigurado.
Cuando el amor atraviesa mi vida.
Transfigurado.
Cuando en Dios mi corazón confía.


Cada domingo en la Eucaristía, la comunidad cristiana renueva la experiencia del Tabor, escuchando la voz del Padre, que nos reconoce en su Hijo amado, y alimentándose con el Pan de vida, que nos va transformando en aquello que recibimos.

Aprendamos a orar en la escuela de María para que nuestro corazón alcance Su Resplandor y el aspecto de nuestro rostro cambie.

Transfigúranos, Señor, para que transparentemos tu luz a todos y qué hermoso es seguirte y amarte.


¡Gracias, Dios Padre, porque nos amas y disipas nuestros temores!
¡Gracias porque nos revelas tu Reino de Salvación
y nos proteges cada día con tu Presencia divina!
Tú, Señor, te manifiestas cuando quieres y como quieres
y te transfiguras ante nuestra presencia mostrándonos tu divinidad.
¡Gracias, Señor, porque Tú nos propones escucharte y seguirte!
Te pedimos que Tú nos ayudes a ser fieles discípulos tuyos
capaces de cumplir Tu Voluntad, con valentía y alegría,
ante las diversas circunstancias de nuestra vida diaria.
Haz Tú Señor, que tu Amor y tu Ternura, nos transfiguren
para ser un reflejo tuyo en medio de nuestro mundo.
¡Gracias por ayudarnos a confirmar nuestra fe en Ti, Señor!
¡Gracias porque Tú, Señor Dios nuestro, nos invitas cada día
a trabajar en la construcción de tu Reino en el mundo!
Perdónanos, Padre Bueno y Misericordioso,
por todas las veces que no entendemos tu Mensaje de Vida.
Te pedimos, Dios Padre nuestro, que sepamos verte
y reconocerte a través de la oración, la Eucaristía,
y las personas no huyen de la misión que Tú les encomiendas.
Te pedimos, Señor Dios nuestro, que no nos dejes caer en la tentación
de contemplarte sin actuar en medio de nuestro mundo para mejorarlo.
¡Te damos Gracias, porque nos eliges como instrumentos tuyos
para transmitir tu Plan de Salvación y el Evangelio a todas las personas. Amén.



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