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Dar y servir




"Mirad…, el Hijo del hombre 
no ha venido para que le sirvan, 
sino para servir 
y dar su vida en rescate por muchos." (Mt 20,17-28)

A veces los cristianos tenemos que soportar la incomprensión de los demás por nuestra fe, y nos da cierto temor, nos llena de complejos.
¡No desfallezcas!
¡Llévala con orgullo hasta el final!
¿Por qué esconder algo tan hermoso?

En un mundo obsesionado por el “poder” y el deseo irrefrenable de imponer ideologías relativistas y gustos y caprichos personales, el Evangelio nos muestra un camino diverso: el de Jesús, que se hace Siervo por amor, hasta dar la vida.

Los discípulos se ven arrastrados por sus propios delirios de grandeza.
Se desata una escalada por el poder, una competición absurda por los primeros puestos.
Un poder, así concebido, lo deshumaniza todo y a todos.
"No será así entre vosotros", dirá Jesús.



Jesús consciente de la horrenda muerte que le espera y la madre de los zebedeos buscando prebendas para sus hijos.
Así es la vida.
Millones debatiéndose con la enfermedad, la violencia, el hambre o la muerte.
Y otros gastando en lujos o buscando el poder.
Necesaria conversión.
Entregarse, dar la vida, poner el corazón en todo, como Él lo hizo.

"El que quiera ser grande
entre vosotros,
que sea vuestro servidor".

Servir significa acoger,
inclinarse ante el necesitado
y tenderle una mano sin cálculos,
sin temor, con ternura y comprensión.
P. Francisco

El que quiera ganar su vida, la perderá, pero el que la pierda por mí la encontrará.
Este es el secreto de nuestro caminar en la fe.
Saber que mientras nosotros morimos el mundo recibe la vida.


El evangelio te dice que si vas por el mundo creyéndote más que los demás no vas a ningún lugar.
Jesús te pide la valentía de caminar a contracorriente, que laves los pies de quien haga falta aun cuando sea una persona que no te guste, a esa lávaselos también.

Recuperemos la utopía, volvamos a soñar con grandes ideales.
Ensanchemos el corazón y el horizonte. 
Y cada día, en cada pequeño gesto, en cada aliento de vida, pongamos el amor que transforma y la fe que mueve montañas para hacerlos posibles.

Lo que siembras en el corazón de los demás, florece también en el tuyo.
Cuida lo que ofreces.
Cada palabra, cada pequeño gesto es una semilla.
Elige dar lo que quisieras recibir, lo que quieres ver crecer en ti.

Vive el ahora de Dios, el presente, la eternidad, sin dejar de ser consciente del dolor diario de la humanidad.
Vive para el bien, lo fraterno y lo común.
Vive para la bondad, y para que la libertad y la verdad se encuentren.
Vive para que pazcan juntos el lobo y el cordero.





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