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Vivir siendo testigos




“El que viene detrás de mí”
Jn 1, 19-28.

En estos tiempos de prisas y followers, Juan Bautista nos da una valiosa lección: no se deja deslumbrar para que nada le aparte de la Misión.
Cuando tu vida interroga los demás, estos también te interrogan:
“¿Tú quién eres?”

“Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor”.
Y que tu voz suene por todos los que la perdieron, o se las arrebataron. Grita con fuerza: el mundo está encarnado de buena nueva

Ser testigos para dar testimonio de la luz en medio de las tinieblas.

“En medio de vosotros hay uno que no conocéis”.
¿Realmente conocemos al Señor?
Meditalo y verás que esta proclamación de San. Juan Bautista va dirigida a nosotros. 
Pidamos al Espíritu Santo, nos infunda amor para acoger esa Palabra, para vivirla y anunciar al Señor

Él está en medio de nosotros, también en nuestra propia fragilidad y debilidad, y en la de nuestros hermanos.

Al igual que María, como Juan, vivir siendo testigos, sabiendo que no somos dignos aún de desatar la correa de sus sandalias para no robarle la gloria del ejemplo que nos dará el Jueves Santo.

Señor, Tú eres Enmanuel, Dios-con-nosotros,
Plantaste tu tienda en esta tierra hace más de 2000 años
y no la has levantado ni la levantarás jamás.
Vives en nuestras casas, calles y veredas.
Eres el Dios humano, cercano, solidario, íntimo,
que haces posible lo imposible con la fuerza de tu amor.

Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.

Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.

Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.


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