El reino de Dios necesita de ti.



“Los hijos de este mundo 
son más astutos con su gente 
que los hijos de la luz” 
(Lc 16, 8).

Esta parábola no nos invita a ser inicuos sino a ser sagaces, a hacernos amigos utilizando los bienes de este mundo 
para ponerlos al servicio de los más necesitados. 
El reino de Dios necesita de ti, 
de tu decisión y de tu inteligencia. 
Ponlas a su servicio.  

No nos lamentemos de lo malo que hacen los otros.
Lamentémonos del bien que dejamos de hacer nosotros.
No nos quejemos de lo mal que está el mundo.
Lamentémonos de lo que nosotros no hacemos 
para que esté mejor.
No nos quejemos de que hoy la gente está perdiendo la fe.
Preguntémonos qué hacemos nosotros 
para que siga creyendo.
No nos quejemos de los malos 
sino de lo inútiles que solemos ser los buenos.
La Iglesia no anda mal por los pecadores que hay en ella.
La Iglesia anda mal por lo poco creativos 
y lo poco que hacemos por ella los buenos.




Tú, Señor, siempre me sorprendes.
Y no me gusta... pero lo necesito. 
Que mi entrega sea más inventiva 
y audaz en beneficio de mis hermanos.

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