"Estamos en el tiempo litúrgico del Adviento que nos prepara para la Santa Navidad. Como todos sabemos la palabra 'Adviento' significa 'venida', 'presencia', y antiguamente indicaba la llegada del rey o del emperador a una determinada provincia.
Para nosotros los cristianos, significa una realidad maravillosa y desconcertante.
Dios mismo ha atravesado su cielo y se ha inclinado hacia el hombre; ha forjado una alianza con él, entrando en la historia de un pueblo.
Él es el Rey que ha bajado a esta pobre provincia que es la tierra, y nos ha obsequiado con su visita asumiendo nuestra carne, haciéndose hombre como nosotros.
El Adviento nos invita a recorrer el camino de esta Presencia y nos recuerda una y otra vez que Dios no se ha ido del mundo, que no está ausente, que no nos abandona; al contrario, sale a nuestro encuentro de diferentes maneras que tenemos que aprender a discernir.
Y también nosotros, con nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad, estamos llamados, día a día, a distinguir y testimoniar esta presencia en el mundo a menudo superficial y distraído, a hacer que resplandezca en nuestra vida la luz que ha iluminado la gruta de Belén".
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