Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)
Etimológicamente la palabra parroquia procede del griego parokía o bien del verbo paroikéo, que en el griego clásico significa vivir junto a.
ResponderEliminarPor ello, me parece muy acertado el título de La Parroquia es mi familia
Un abrazo José Miguel. Es verdad lo que dices.También hace referencia a que somos peregrinos.
ResponderEliminarCuando entra en mi vida un sacerdote nuevo, doy tantas gracias al cielo que me vuelvo loca de alegría.
ResponderEliminarQue el Señor le cubra con su gracia y le bendiga. A cambio, rece por mí un poquitín.
Gracias por su blog. ¡Cuánto bien se puede hacer a través de él!
La parroquia a donde voy también es parte de mi familia y además el sacerdote es un auténtico enamorado de Cristo. ¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
ResponderEliminar