Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)
Es cierto ¿a quién podemos contar nuestras penas y miserias humanas sin que se asuste o pase de largo?. Sólo Él nos puede llenar el corazón de amor por nosotros mismos y por los demás. Sólo mirándole a Él podemos perdonar a los que no ofenden, humillan, roban o denigran. El Señor es mi roca y mi refugio, las alas que me cubren hoy y las que me cubrirán mañana.
ResponderEliminarUn abrazo, es una canción muy linda y me ha gustado conocer a Alberto Hurtado.
Es verdad el Señor es nuestro refugio en todo momento. Y gracias a la Eucaristía temos el alimento que nos da fuerza para poder perdonar. Un saludo. Dios la bendiga
ResponderEliminarSólo esa frase, es una buena jaculatoria para recordar durante todo el día...
ResponderEliminarCuantas veces en nuestra vida si no tuviéramos respuesta a esa pregunta nos desesperaríamos. El amor de Dios enviando a su HIjo ha hcho que siempre podamos encontrar la respuesta.
ResponderEliminarGracias.