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Cuestión de Negocios (Lc 16, 1-13)

 Erase una vez un hombre de negocios, un americano de vacaciones en un pueblecito de la costa mejicana. Un día contempló a un mejicano en su barquita que volvía de pescar unos grandes peces.
-Felicidades. Hermosos peces. ¿Cuánto tiempo le costó pescarlos?
-El mejicano le dijo: sólo un ratito.
-¿Y por qué no le dedica más tiempo y así pesca muchos?
-Oh, no, con esto tengo más que suficiente para mi familia.
-¿Y qué hace el resto del tiempo cuando no sale a pescar?
-Me levanto tarde, pesco un rato, juego con mis hijos, hago la siesta, paseo por el pueblo, toco la guitarra con mis amigos…como ve tengo mi vida bien llena.
-Escuche, yo soy un graduado de Harvard y le puedo ayudar a mejorar su negocio.
Tiene que dedicar más tiempo a la pesca. Así podrá comprar un barco más grande, pescará más y podrá comprar más barcos. Después podrá tener su propia empresa. Por supuesto tendría que dejar su pueblo y trasladarse a México DF y luego a Nueva York para dirigir su gran empresa.
-Pero señor, ¿cuánto tiempo llevará todo eso?
-De 15 a 20 años.
-¿Y después qué?
-El americano sonriendo le dijo, después viene lo mejor. Una vez consolidada su empresa la vende y se hace millonario.
-¿Y después qué?
-Después, le dijo el graduado de Harvard, usted se retira, vuelve a un pueblo de la costa, se levanta tarde, pesca un ratito, juega con sus nietos, hace la siesta con su esposa, pasea por el pueblo y toca la guitarra con sus amigos.
-El mejicano le contestó, pero, señor, eso mismo es lo que estoy haciendo ahora.
En esta historia tenemos dos maneras distintas de enfocar la vida; dos administradores distintos.
El americano ve la vida como un negocio: trabajar más, producir más, ampliar más, ser empresario, enriquecerse, ser millonario. Adicción al trabajo por ambición y avaricia.
El mejicano ve la vida como un regalo que hay que disfrutar con la familia, con los amigos, con todo el pueblo, con la música y el vino. Trabajar sí, pescar sí, pero para el alimento diario, no para acumular.

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