El verdadero amor no se reduce a lo físico ni a lo romántico

El evangelio de este domingo habla del matrimonio. Os dejo este pequeño relato que nos hace pensar en el verdadero amor que acepta al otro tal como es siempre, aun que pase los años y el romanticismo de los primeros años:

“Un hombre de cierta edad llegó a una clínica para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa y, mientras le curaban, le preguntaron qué era eso tan urgente que tenía que hacer. Él dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras acababan de vendarle la herida, le preguntaron si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana.
- No -dijo-, ella no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce.
Entonces le preguntaron extrañados:
- Y si ya no sabe quién es usted, ¿por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?
Sonrió y, dando una palmadita en la mano de quien lo curaba, dijo:
- Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella.
Alguien dejó escapar una lágrima...


Esa es la clase de amor que quiero para mi vida.

Pidamos a Dios por la perseverancia en el amor de los esposos y también:
Demos gracias a Dios por tantos matrimonios que, con esfuerzo y valor, siguen adelante en su convivencia (aunque a veces sea a costa de muchas renuncias)
Demos gracias a Dios porque son muchos más los que siguen adelante que, aquellos que constantemente salen en la prensa de corazón como si fuera compra y venta de sentimientos, placer o simples conquistas.
Demos gracias a Dios porque, el matrimonio, sigue siendo un sacramento de la presencia impresionante y gratuita de Dios.
Demos gracias a Dios porque, el matrimonio, es una escuela que se forja para luego formar conciencias rectas y conscientes de que merece la pena vivir y creer en el amor y por el amor.
Es un buen día, el domingo,para dar gracias a Dios

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