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Libres y vigilantes




 “Estad preparados, 
porque a la hora que menos penséis 
viene el Hijo del hombre” 
(Lc 12,40).

Los que tenemos cada día la oportunidad de acoger la palabra de Dios somos, seguramente, de los que, según Jesús, se les dio mucho.
Por tanto, se espera también de nosotros una respuesta adecuada.
Las palabras del evangelio no son para darnos miedo, sino para recordarnos nuestra responsabilidad.
Si de corazón sabemos agradecer todo lo que hemos recibido gratuitamente, también aprenderemos a entregarnos generosamente a los demás.

- Haznos conscientes, Señor, de que tú vienes cada día a nosotros a través de las personas con quien convivimos y de las que viven situaciones deshumanas.


Esperar la venida del Señor exige una vigilancia activa;  estar atento a las responsabilidades del tempo presente.
Estemos con el ojo abierto y el oído espabilado.
Estemos atentos a no dejarnos robar nuestra identidad.
Estemos atentos a no dejarnos robar nuestra fidelidad.
Estemos atentos no dejarnos robar lo que Dios ha sembrado en nosotros.
Jesús, que no viene a juzgar sino a servir,
te invita a mantenerte despierto  preparado  en actitud de servicio.

Mi fuerza y mi esperanza eres Tú, Señor, en Ti confío, no temo.
Mi gozo y mi descanso están en Ti, Señor.
Tu Amor despierta las fibras de mi amor para servir. 

Señor, cambia primero mi corazón si quieres que luego pueda pedir a mis fieles que cambien el suyo.
Señor, que yo sea el primero en estar atento y vigilante en cumplir el encargo que me has confiado, para que luego pueda acercarme a mis fieles.
Señor, gracias porque realmente a mí me has dado mucho.
Dame esa conciencia de que también me exigirás mucho.

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