Amar y servir



“Los amó hasta el extremo” 
(Jn 13,1-15)

En este Jueves Santo quiero dar gracias a Dios por su amor entregado y generoso en la institución de la Eucaristía, sacramento de vida y amor que nos invita y da fuerzas para vivir el amor fraterno sabiendo que "todo lo que hagáis a mis hermanos más pequeños, a mi me lo hacéis"

En el día del Amor Fraterno expresamos un gran deseo: que en estos días en que experimentamos la generosidad en la entrega de tantas personas descubramos la huella del amor de Dios en los ciudadanos de buena voluntad.

Jesús se agacha a los pies de sus discípulos y con ellos y en ellos a los pies de la humanidad para lavar, para curar, para llenar de dignidad. Como buen samaritano llena de dignidad a todos los hombres y mujeres de este mundo.

Qué regalo tan grande nos hiciste, Señor, quedándote con nosotros en la mesa fraterna, en el pan y vino compartidos. La eucaristía nos abraza a todos en estos días en que no podemos ni tocarnos, nos hace un solo cuerpo, nos da vida renovada y fuerza para seguir sirviendo y amando

Déjame verte
Señor
amando hasta el extremo
dejándote la piel
entregando las entrañas
tus entrañas de mujer
en una toalla y un lebrillo
en un acariciar los pies
en un mirarnos hasta el fondo
sin nada que reprochar
y sin nada que pedir
y con tanto para dar


Lavar los pies es el centro de la vida Cristiana. Se arrodilla, lava, sirve. No inventemos complementos, adornos o teorías. “Debéis lavaros los pies unos a otros “. Alto y claro. Amar y servir.

 Dios al revés

Siempre me dijeron que estabas arriba,
que eras poderoso, omnisciente y juez.
que legiones de ángeles te servían,
y que tenías corona, manto, anillo de rey.
En tu nombre y con la biblia, desde siglos,
se proclaman reyes, papas, presidentes.
Se les sienta en tronos, se les reverencia
como embajadores y portavoces tuyos.
¿Cómo imaginarte, entonces, sin atributos?
¿Cómo pensar el mundo sin jerarquías?
Si tú eres un Dios sin poder, arrodillado,
todo tambalea: la fe, la política, la economía.
Pero así quisiste ser, un Dios al revés.
Sin rango sagrado, sin incienso, sin letanías,
dejándote en mis manos como pan de cada día,
tus pies detrás de los míos, hasta desfallecer.
Ya no quiero quererte, sin querer de esa manera,
siempre en dirección contraria al cálculo y al rédito,
sirviendo sin requisitos, hasta el corazón abrirse
a una muerte con sentido, a una vida sin barreras.
(Seve Lázaro, sj)

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