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Mostrando entradas de julio, 2016

Líbrame de la codicia

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" Lo que has acumulado, ¿de quién será? "  (Lc 12,20) Que pocas son las familias en la que no hay problemas con las herencias. Normalmente los problemas no surgen porque cada uno exige sus derechos legítimos, sino porque, aunque casi nadie lo reconoce, en casi todos se esconde la codicia. Pedimos al Señor que nos ayude a reconocer la codicia (consciente o inconsciente) que influye, condiciona y en ocasiones determina nuestra actuación; y que, por consiguiente, marca las relaciones con los demás y con Dios. Pedimos fuerza para superarla. Damos gracias porque también somos capaces de ser generosos y por todas aquellas personas que son ejemplares a la hora de compartir sus bienes. Señor, líbrame de la codicia de tener mucho dinero y hazme generoso, como Tú. Líbrame de la codicia de acaparar mucho poder y hazme servicial, como Tú. Líbrame de la codicia de desear muchos caprichos y hazme austero, como Tú. Líbrame de la codicia de ser famoso y hazme pasa

Vivir en la verdad

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“Mandó decapitar a Juan en la cárcel”  (Mt 14,10) El profeta Juan había inquietado a Herodes. Juan, el profeta, es valiente para la denuncia. No ha dejado que en sus labios se asome la adulación y la mentira. Jesús también le inquieta, porque buena parte del pueblo lo considera un profeta. El Evangelio, recibido por los pobres y sencillos como buena noticia, es visto como amenaza por los poderosos. La noticia de la muerte del Bautista, comunicada a Jesús, fue seguramente recibida como una confirmación del riesgo que corría: su respuesta será dedicarse más intensamente a la formación de los discípulos. Jesús recoge el testigo de todos los mártires de la historia.  - Acompaña, Señor, con tu fortaleza, a cuantos son perseguidos por su fe. Y haznos solidarios con ellos. Seguro que no te es fácil, pero intenta decir la verdad.  Hablo con mis hermanos lenguajes tibios. Escondo tu verdad, tu profecía. Sana mi

Si hubieras estado aquí...

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“Sólo una cosa es necesaria” (Lc 10, 42).   Hoy celebramos a santa Marta, hermana de María y Lázaro, en Betania. El evangelista Lucas (10,38-42) nos describe como   Jesús, camino de Jerusalén, dejando de lado las normas culturales judías, se hospeda en la casa de dos mujeres: Marta le sirve, un poco atareada   y María, sentada a sus pies, le escucha. « ¿ Para qué rezar? Déjalo, la vida es así. Hagamos lo que podamos. Esta es la actitud de Marta» (Papa Francisco).   Contempla esta escena llena de belleza, ternura y novedad. Jesús enseña a estas mujeres amigas, que sólo una cosa debe preocupar a todos cuantos quieran seguirle: escuchar su Palabra.   Abre los oídos de mi corazón. Que los afanes de la vida no apaguen el deseo hondo de escuchar tu Palabra de vida. Tú haces nuevas todas las cosas.    Juan 11,19-27:    Si hubieras estado aquí…   La fe en Jesús no evita el sufrimiento ni la muerte. Sí nos

Lo nuevo y lo antiguo

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“¿Entendéis bien todo esto?”  (Mt 13,51) Jesús nos anuncia una buena noticia, una noticia cargada de esperanza para todos los hombres, pero también nos advierte de las consecuencias de una existencia vivida desde el egoísmo, desde la mentira, desde el pecado. Si vivimos así, sufriremos el horno encendido del sinsentido, de la desesperanza, de la tristeza... La parábola recuerda nuestra existencia: recorremos el camino de la vida con una gran diversidad de personas. Pero no debemos creernos  "los buenos" y menospreciar a los demás .  Entender y vivir el mensaje de las parábolas es escuchar atentamente a Jesús, el Maestro del Reino, para aprender a sacar de este tesoro de la tradición bíblica y eclesial "lo nuevo y lo antiguo" para responder a los retos de la vida diaria. Un letrado que acoge el mensaje de Jesús, no desprecia todo lo anterior, ni se refugia en el pasado, temiendo cualquier novedad. Pidamos a Dios que en nuestros pueblos,

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“El Reino de los cielos se parece a un tesoro  escondido en el campo”  (Mt 13,44) Jesús nos dice que, para vivir su proyecto, hay que abandonar todas las demás prioridades. ¡Cómo le gustan a Jesús las personas que buscan! Su búsqueda les hace estar abiertos, perforar la vida cotidiana en busca de lo esencial. Al riesgo le sale al paso la alegría. Serás joven mientras busques, mientras preguntes, mientras te sorprendas. Si estás de vuelta de todo, compadécete de tu alma de viejo.  Que no me canse nunca de buscarte, Señor. Que no deje de entrar más adentro, en la espesura de tu amor. ¿He encontrado el tesoro que me llena de sentido?  Nosotros no podemos construir este tesoro: podemos descubrirlo, acogerlo como un regalo y hacer que ocupe el lugar más importante de nuestra vida. Y que, a partir de él, se organice nuestra existencia. La perla o tesoro que Jesús había descubierto era el amor incondicional del Padre, que le empujaba a comunicarlo